viernes, 25 de mayo de 2012

Mirando la calesita


Hace meses la veo deteriorarse, está en la plaza de mi barrio.
Le robaron parte de su estructura y el motor. Ahora los domingos están vacíos de su música.
Averiguo: ¿qué sucedió?, ¿por qué nadie la pone en marcha? El vecino de enfrente me comenta que ha muerto el dueño.
Hoy tiene un cartel de venta. Hay un número de celular y aclara que se vende con las habilitaciones necesarias.
La quisiera comprar, me gustaría manejar ese negocio. Poder regalar la sortija, como hacía aquel calesitero que para no hacernos llorar, nos daba una vez a cada una, a mí y a mi amiga, ese premio tan ansiado.
Me parece estar dando vueltas en ella, frente a la estación de Quilmes, esperando el tren que traerá a mi padre de regreso del trabajo, que sin demostrar cansancio me sonreirá desde el andén.
¿Será por eso que deseo verla funcionar?  Para poder, así, evocar esas tardes de mi infancia.





2 comentarios:

  1. siento a la calesita como el mayor ícono de la infancia y la pureza
    un arte girando para llenar espacios de placeres de arcoiris

    tu narración la pone en la memoria y la estira hacia el futuro

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  2. Ayer escuché a Cacho Fontana y dijo algo cierto:"Ya estoy en el futuro...",disfrutemos del presente que es el mejor momento.

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