Una torta milhojas me llevó a otros sabores de la infancia.
Recordé los pancitos mignones de Tanoira, panadería de la
calle Entre Ríos 773. Mi padre los traía los lunes, en que las panaderías
quilmeñas estaban cerradas.
También recordé las galletas de miel que vendían en una
panadería de la calle Pichincha, en el barrio de Monte Cudine. Otro recuerdo
para las sfogliatelle que también llegaban desde Capital, en días de reunión
familiar, las traía un pariente que nos regalaba esas exquisiteces. Nosotros
devolvíamos la atención llevando en nuestras visitas a casa de mi tía los “borrachitos”,
de la panadería “La francesa”, que eran la locura de mi tío Juan.
Un comentario especial para las empanadas de La Americana, en
cualquiera de sus sucursales, buenísimas, sabrosas, especiales para mi padre.
En Quilmes estaba la casa Marrero con famosas empanadas fritas, verdadero
placer que compartíamos con unas Quilmes Cristal en la vieja casa de San Martín
y Colón.
Ahora esperamos empanadas ,también
sabores deliciosos en estos días marplatenses.