martes, 1 de julio de 2014

Cartas

                                             Cartas                                       


                                                                                           “Qué precio tiene un cuerpo.
                                                                                        La enfermedad es una lección de
                                                                                                    anatomía”
                                                                                                                       S. Ocampo



Una mujer espera el final, tirada en una cama de la clínica.
Casi no conversa. Su cuerpo está invadido por el cáncer.
Se comunica sólo con otra paciente.
Le confiesa  que un tal Julio, un escritor, con el que tiene una amistad epistolar, se hizo cargo de los gastos.
La enferma terminal muestra las cartas del escritor a su  compañera.
Ésta se sorprende al ver la firma: Julio Cortázar.

Hoy me pregunto por qué no guardé una de esas cartas.



                


Cartas a Ana

Ana Svensson fue una militante internada en el hospital Moyano en 1975. Desde su internación intercambió cartas con Julio Cortázar: él le enviaba postales desde las Antillas, o libros desde París, o incluso dinero. Ella, que empezaba sus cartas diciéndole “Querido Cortázar”, le describía el funcionamiento del PAMI, creado en 1971. En una de sus cartas, Cortázar le escribió: “Quiero que sepas que no puedo –subrayó “no puedo”– ir a la Argentina por ahora. Las razones son obvias y no dependen de mí sino del estado de cosas”. Era el 31 de diciembre de 1976.

Julio Cortázar le debe cartas necesarias a Ana Svensson

Cortázar publico estas 6 cartas que envió entre 1977 y 1983 a su amiga Ana Svensson.
Ana vivió gran parte de su vida internada en distintos hospitales y clínicas psiquiátricas, y por temporadas en su apartamento de Buenos Aires. Cortázar nunca dejó de escribirle a Ana a lo largo de la dictadura, inclusive en el 81 cuando estuvo al borde de la muerte...

Os dejo con una introducción y a continuación el puñado de cartas dirigidas hacia su amiga: 


"Pero pasa que el tipo es un poeta y un cronopio a sus horas, que a cada vuelta de la esquina le salta encima el tigre azul, un nuevo laberinto que reclama ser relato o novela o viaje a Islandia, (ha de ser tan traslúcida la alborada en Islandia, se dice el pobre punto en un café de barrio) Le debe cartas necesarias a Ana Svensson, le debe un cuarto de hora a Eduardo, y un paseo a Cristina, como el otro murió debiéndole a Esculapio un gallo, como Chénier en la guillotina, tanta vida esperándolo, y el tiempo de un triángulo de fierro solamente y ya la nada. Así, el absurdo de que el deseo se adelante sin que puedas seguirlo, pies de plomo, la recurrente pesadilla diurna del que quiere avanzar y lo detiene el pegajoso cazamoscas del deber. La rémora del diario con las noticias de Santiago mar de sangre, con la muerte de Paco en la Argentina, con la muerte de Orlando, con la muerte y la necesidad de denunciar la muerte cuando es la sucia negación, cuando se llama Pinochet y López Rega y Henry Kissinger. Escribiremos otro día el poema, vayamos ahora a la reunión, juntemos unos pesos, llegaron compañeros con noticias, tenés que estar sin falta, viejo" 




CARTAS:

16/8/77


Querida Ana: Pensé que te gustaría ver esta imagen del palacio de las pajas en Avignon. Es un edificio enorme, con salas magníficas y pinturas medievales. Volví a visitarlo hace unos días y pensé que te gustará compartir conmigo la visión de algo tan bello.

Por ahora no puedo mandarte mi libro, pero pronto tendrás la edición que va a salir en Buenos Aires. Tené un poquito de paciencia. Cuando vuelva a París te enviaré otro paquete de libros. Hasta pronto con el mucho cariño y un beso de Julio


Esta carta la tuve en mis manos en la Clínica Abrines en agosto del 77.
Recién ahora conozco la historia de mi compañera de habitación.


B.R.B.