sábado, 13 de junio de 2020

Sabores



Una torta milhojas me llevó a otros sabores de la infancia.
Recordé los pancitos mignones de Tanoira, panadería de la calle Entre Ríos 773. Mi padre los traía los lunes, en que las panaderías quilmeñas estaban cerradas.
También recordé las galletas de miel que vendían en una panadería de la calle Pichincha, en el barrio de Monte Cudine. Otro recuerdo para las sfogliatelle que también llegaban desde Capital, en días de reunión familiar, las traía un pariente que nos regalaba esas exquisiteces. Nosotros devolvíamos la atención llevando en nuestras visitas a casa de mi tía los “borrachitos”, de la panadería “La francesa”, que eran la locura de mi tío Juan.
Un comentario especial para las empanadas de La Americana, en cualquiera de sus sucursales, buenísimas, sabrosas, especiales para mi padre. En Quilmes estaba la casa Marrero con famosas empanadas fritas, verdadero placer que compartíamos con unas Quilmes Cristal en la vieja casa de San Martín y Colón.
Ahora esperamos  empanadas ,también sabores deliciosos en estos días marplatenses.


viernes, 22 de mayo de 2020

Cuentos oníricos de Cuarentena


 Sueños.

“…los sueños son la actividad estética más antigua”.
J. L. Borges

Quiero dormir, en forma plácida. Sin pesadillas, ni angustias. Sin ese sudor frío que me despierta y me empapa.
Siempre el mismo sueño. Por las noches y también durante el día. Con los ojos abiertos me persiguen las mismas imágenes. Y me acompañan todo el tiempo. Una cara horrible y sombras que me persiguen.
Me paralizo. Es que ese acero azul de sus ojos me hace temblar. Me observa. No me habla.
Mi cuerpo arde. Corro. El mar.
Descanso.

 Dicha.
Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión...Ellos creían haber tocado el cielo, no conocían la tormenta que se avecinaba y que haría necesario un aterrizaje de emergencia.
Cuando oyeron la voz que pedía que se ajustaran los cinturones creyeron que llegaban a destino. Se tomaron las manos, se besaron con alegría. Todo parecía normal. No notaron los nervios de la azafata, ni la inquieta voz del piloto que pedía serenidad.
Ellos vivían su dicha y no percibían la realidad, que transformaría éste en su último viaje.

 Desesperación
Estaba en Madrid, con su hijo, en el departamento de una amiga. Iba a visitar a su nieta. Emocionada se despidió rápido de su amiga.
Subió al primer micro que pasó, sabía que vivían en el campo. Cuando comenzó el descampado quiso encontrar la dirección, el nombre del lugar.
Descubrió que no tenía el celular, tampoco el dinero. Buscó y rebuscó entre las cosas de su hijo, sólo anteojos y papeles inservibles.
Bajaron apurados. Frente a ellos una hostería, le dijeron que no había lugar, comenzó a preocuparse, no recordaba ningún teléfono, pidió hacer una llamada internacional, una amable señora le acercó unos dólares, no podía discar nada, puso 5411 y nada más aparecía en su mente.
Desesperada no sabía cómo resolver la situación.
De golpe sonó el despertador y se levantó confundida.


 Duda

Estuvo frente a casa varios días. Observaba los movimientos y estaba atento a todo.
Tuve miedo, pensé en llamar a alguien, Casi una semana sin salir me tenía angustiada. Lo observaba por las ventanas y dudaba sobre que debía hacer.
Hasta que un día salí y lo enfrenté. Le dije:” Ven a mi casa y verás quien soy”
Me miró asombrado, me contestó que sólo quería saber sobre la vida del hombre que había muerto.
Pensé no contestarle, pero lo hice pasar y le conté todo lo que sabía.



  Dolor

Estaba en una reunión de exalumnos. Reconocía a casi todos. Saludos y recuerdos. Vio a la madre de una amiga, le pregunta por ella. La señora la mirada asombrada y le dice: “Ella falleció hace dos años”.
Dolor infinito.

 Datos

Hacía años que buscaba algún dato de él. Amigos desde la infancia, hijo de amigos de su padre.
Nada, en ninguna red social, en ninguna base de datos,
¿Habrá fallecido él también?