La verdadera patria del hombre es la infancia.
(Rainer
María Rilke). Porque es donde uno forma
su carácter y recibe fuerzas para recorrer la vida.
La infancia tiene sus propias maneras de
ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las
nuestras.
Jean-Jacques Rousseau
En febrero de 2013 viajamos a Córdoba. Como
siempre las sierras fueron propicias para reflexionar y observar a los que
todavía viven en ese mágico mundo de la infancia.
Sentados en el parque de la estancia-hotel
“La Granadilla ”,
al pie de las sierras grandes, en el Valle de Calamuchita, a 1200m sobre el
nivel del mar, escucho hablar a varios chicos, que allí se alojan.
Discuten sobre a qué jugarán. Me recuerda
mi infancia junto a mi amiga-hermana y las horas que nos llevaba decidirlo. A
veces, llegaba la hora de separarnos y no habíamos jugado a nada. Le digo a una
de las nenas que no peleen, y ella me contesta:”No peleamos, discutimos.” Lo
mismo hacíamos nosotras, todo el tiempo.
Uno de los pibes dice alborotado: “Encontré
una tumba…”. Otro le dice:”No, es una capillita”. Me acerco al lugar, que antes no había
detectado, y encuentro en la “capillita” una imagen del Sagrado Corazón, los
niños en su curiosidad descubrieron algo
que yo ni había visto.
Siguen con sus conversaciones. Utilizarán
poderes y elementos. Atributos como el rayo y el fuego, serán sus juguetes. Sus
palabras deben surgir de lecturas o
video-juegos que practican a diario. Nosotras, en nuestro tiempo feliz, sólo
teníamos los libros que nos hicieron viajar y soñar (además de despertarnos un
gran amor por la literatura) y lo que escuchábamos de los relatos de nuestros
mayores.
Les pido, a los niños, sus nombres: Mateo,
Jaime y Fernando, los saco de su mundo. Se termina la magia de escuchar tanta
imaginación. Hay que oír, no participar, no interferir, dejarlos volar.
Desaparecen”…indescifrables signos que se
lleva la tarde” (M.A.Morelli).
Otros
grupos usan ese largo tiempo de
descanso para montar a caballo o jugar
al tenis. Hay un metegol. Uno de los pibes invita a Carlos, mi esposo, a jugar. “No
sé”, le dice éste. “Es fácil”, le contesta, “Tenés que mover los palitos”.
Para ellos todo es así, sencillo y
maravilloso.
Las nenas se hamacan, los varones patean la
pelota. Los perros corretean. Los mozos preparan el comedor para la cena “…una
bandada de pájaros atraviesa el horizonte/dibujando misteriosas figuras en el
aire…”, “…mientras allá arriba/cerca del cielo,/el sol reverbera todavía en su
plumaje/”y pone “…metáforas de miedo a la noche”. (M.A.Morelli).
En este lugar soñado soy feliz sólo con admirar las montañas, los árboles y
el cielo.
Dulce aroma
cocina elaborada
sabor serrano