miércoles, 14 de septiembre de 2011

Lucidez

                     


                                                              “No se puede perder el que no sabe dónde va…  
                                                       Pero está lindo el barrio, el cielo es casi igual,con su 
                                                                      constelación de uso particular.”
                                                                                                                     A. Dolina



Amanece. El sol se levanta como una llamarada. El cielo es un incendio en este marzo, todavía caluroso.
Elsa cansada se arrastra hasta la ventana. Todavía tiene el sopor del sueño. Sus ojos gastados apenas divisan la maravillosa luz del crepúsculo, que ilumina la habitación.
Tropieza con una silla.
__ Alguien la cambió de lugar, piensa. El dolor en la pierna hace que se doble. La soledad, le duele.
El pueblo duerme. Salvo los gallos. Recuerda su infancia. A esa hora la despertaba el olor de las tostadas y el trajinar de su madre en la cocina.
Mate cocido; a veces té hervido en la leche. Leche gorda que se derramaba sobre la llama del Primus. Un olor dulce que era arrullo. Una caricia, que hoy extraña.
Va hacia la cocina. No encuentra el jarro, ni el azúcar.
¿Quién alteró su orden?
Tiene miedo. Miedo a perder su seguridad en ese orden. Orden necesario para sobrevivir.
No hay leche. Busca la pava. La pone sobre el fuego. Se resigna a tomar un té.

Tendrá que ir al almacén, recorrer esas pocas cuadras de tierra, con la ayuda de los vecinos, que la cruzan con afecto. Hace veinte años que llegó arrastrando su destino. Destino oscuro y doloroso.

Ya conoce cada rincón del barrio. No va más allá del río. Cerca tiene todo lo necesario.
Para llegar hasta el Banco, una vez por mes, la lleva Don Cosme en su Mercedito gasolero.
El hombre baja y la ayuda a recoger sus cosas. A cerrar la casa. A subir al coche. Conoce su rutina, sabe cuánto la necesita. También conoce todos los rincones de la casa. Elsa le pide ayuda para todo.
Ayer cobró la pensión. Hoy no encuentra nada, ni el dinero para hacer las compras.

Llamará a Don Cosme.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Sospechosos

                       


Focos apagados en esquina tenebrosa. Todo es extraño y sospechoso.
La zona de la escuela, que por las mañanas es un regocijo, al anochecer se puebla de raros visitantes.
¿Los observa sólo ella?
Hay vehículos que se estacionan bajo un farol inútil. Trata de averiguar si hay alguien dentro.
Por la ventanilla izquierda asoma una mano con un brazo tatuado. Pertenecen a un grandote  en musculosa. La amenaza con la mirada.
Camina sin sentido por la plaza. No vuelve la cabeza. Alta flaca, desgarbada. Gasta sus viejos tacones deformados en forma despareja.
¿La acompañan sus fantasmas?

Dos patrulleros estacionan frente a la escuela sin luz. Baja un policía, la mira fijo. Camina más ligero. No le dan las piernas. Está oscuro.
Cree ver que se acerca al sospechoso, que baja del furgón. Intercambian algo.
Corre. No quiere que sepan que los mira. Tiene miedo. Su cabeza bambolea.
Todas las campanas de la tierra suenan en campanarios celeste cielo. La aturden.

Vuelve a la tarde siguiente. Todo se repite.
Ahora son dos autos los que esperan a los policías. Llegan puntuales. Hacen las mismas maniobras sospechosas.
Vuelve a correr. Llega a su casa.
Pasa uno de los patrulleros. El que maneja la observa. Teme que la identifique.

Al día siguiente cambia el recorrido.
Pasa el mismo auto cuando entra a la casa. La luz ácida de la calle la invadió.
Suena el teléfono. No atiende. Tiene pánico.

¿La reconocerán?

miércoles, 7 de septiembre de 2011

África



Espléndido eclipse sobre la esperanza de una raza fustigada.
África, extenuada, no es recibida por Europa. Ésta vieja desgarbada, de cutis terroso, mejillas succionadas, arrugada, la mira desdeñosa desde su Continente Cerrado. Parece una reina de negros corazones,  que anuncia su egoísmo exagerado. 
Rechaza a los que se acercan buscando redimirse de la miseria en que están sumidos.

Implacable los detiene, a pesar de haber sido el instrumento de su atraso.
Una civilización que está ¿acabada? Involucionó tanto que ¿ha tocado fondo?
Es el momento de “Imaginar”…y asegurar que todos somos iguales y que vivimos en un mundo sin fronteras…” ¿O será otra “Utopía”.
“¿Qué tal si deliramos un ratito? ¿Qué tal si elevamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible?..............Seremos capaces de vivir cada día como si fuera el primero y cada noche como si fuera la última”, como dice Eduardo Galeano, en “El derecho al delirio”.

La periodista y escritora estadounidense Deborah Scroggins, en “La guerra de Emma” analiza la vida en el sur de África, en El placer de la lectura se comenta dicho libro y dicen: “en Europa y Estados Unidos se confiaba más en sus propios compatriotas que en los africanos para llevar a cabo sus proyectos de desarrollo para África. Veían a los gobiernos de esos países como corruptos e ineficaces e incluso se sospechaba que parte de la ayuda internacional que se enviaba allá donde hiciera falta se “perdía” por el camino.



Así se subestimó  a esta raza, como a otras, desde siempre.
Las razas que se creen superiores han traído muchos sufrimientos a toda la humanidad.
Después de querer imponer su cultura y su religión, impiden integrarse a sus hijos.

Agotado su proyecto asoma un gemido agudo desde ese continente desvalido

jueves, 1 de septiembre de 2011

El mirador marinero





Ola despeinada/ visitas la playa
embebida con aguas salobres
de este mar que asiste a la vida.

Ola/ partes y vuelves
a la vera de cantos
                y sueños.

Ola/ gaviotas curiosas

contemplan tu viaje

a mi arena sombría.



                    Santa Clara del Mar
                Costanera y Baden Baden
                     
                           11/07/10

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                                                            “Yo adivino el parpadeo de las luces…”
                                                                                                  A. Le Pera


Recorro Paseo Colón, rodeo la Casa de Gobierno, sigo por Leandro Alem.
Tomo Corrientes. La misma confitería, el mismo mes. Madero City.
Agosto.Despedida.
No hay nostalgias, ni remordimientos.
Fue hace tiempo. Era otra edad, ya recorrida.
Hace bien volver a Buenos Aires.
Está más vieja y sucia, pero sigue siendo amada. Florida, Galerías.
Bajar Corrientes: “…loco, loco, loco…”, “Mi Buenos Aires querido…”,
voces del mundo que fue y será…. Tango-amor.
Correo Central. Quilmes (Mi otro amor).
Hoy el mar reemplaza el hueco de esos amores. Lo inunda, lo enaltece.
Le da vida.



                                                                 18/8/2009