domingo, 26 de agosto de 2012

Homenaje


Esta mañana desperté con la idea de que alguien cumplía años. Después de desayunar recordé que Julio Cortázar nació un 26 de agosto.
Acabo de escuchar un reportaje hecho en España. Estuve dos horas deleitándome con ese magnífico escritor. Aquí mi pequeño homenaje.

Cartas


“Qué precio tiene un cuerpo.
La enfermedad es una lección
de anatomía"
S.Ocampo

Una mujer espera el final, tirada en una cama de la clínica.
Casi no conversa. Su cuerpo está invadido por el cáncer.
Se comunica sólo con otra paciente.
Le confiesa que un tal Julio, un escritor, con el que tiene una amistad epistolar, se hizo cargo de los gastos.
La enferma terminal muestra las cartas del escritor a su compañera.
Ésta se sorprende al ver la firma: Julio Cortázar.

Hoy me pregunto por qué no guardé una de esas cartas.

sábado, 18 de agosto de 2012

Partida

Cinco de agosto, abro la puerta. El cielo rojo, inundado en sangre.
"En el bulevar de los sueños rotos vive una dama de poncho rojo..."
La sangre de Chavela canta...Rojo. Incendio. Mañana roja. Planeta rojo..."dama...pelo de plata, carne morena...Las amarguras no son amargas cuando las canta Chavela Vargas..."
Adiós "Chamana"...sigue cantando sin descanso, respetando al mundo:
"Mestiza ardiente de lengua libre, gata valiente de piel de tigre..."
Gracias Joaquín Sabina por saber dibujar, en palabras, el alma de "La Vargas".
La mítica cantina Tenampa, en la ciudad de México, lucirá un mural con el retrato de la dama del poncho rojo, donde nunca deja de sonar la música del mariachi y de circular las botellas de tequila.
Adiós Chavela.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Mi familia española


Mi padre le decía a su suegra,(mi abuela Rosalía), "gallega", como es costumbre acá de llamar a todos los españoles.
Rosalía (Rosario su verdadero nombre),era asturiana, había nacido en Fabal de Molejón.
Supe que la casa de su abuelo Blanco donde nació, existe y vive allí un nieto de su hermano José María Pérez Blanco.
Supe también que tuvo dos sobrinos sacerdotes y hay ahora varios primos míos viviendo en Asturias.
Rosario falleció a los pocos días de mi primer cumpleaños. Pero, con la sabiduría de los humildes, mi padre y su hermana Catalina (mi madre de crianza) la nombraban siempre y me contaban sus gustos.
Había sido ama de llaves de los Lartigau. Sufrió mucho cuando el niño de la casa murió en el atentado a Ramón Falcón en 1910. Estaba embarazada de mi madre y esa familia la envió a Santiz, el pueblo de mi abuelo, para que naciera allá su hija Cándida (que falleció un año después que ella).
Regresaron a Buenos Aires en 1912 y luego de varios años, como casi todos los inmigrantes, vivieron en un conventillo. Gustaba del café con leche y de los radioteatros. Si iba de visita, a la hora de su obra preferida, pedía permiso y se instalaba junto a la radio y no atendía otra cosa.
Como vivían cerca de Radio Belgrano, iban los tres,(mis padres ya se habían casado), a ver los programas de la noche. Se sintió muy feliz el día que pudo estar cerca de Hugo del Carril y llegó a tocarlo.
Heredé muchos de sus gustos y costumbres. No se pueden obviar los genes.

sábado, 4 de agosto de 2012

Enciendo hogueras


Rosa revive aquel día cuando su tía la lleva, recién bañada y cambiada, a los píes de la cama de su madre enferma.
__ Cándida, mire que linda está la nena, le dice.
No recuerda su voz, pero se siente en brazos de quién será su segunda mamá.
Se ve, luego, en casa de unos amigos que tratan de entretenerla con dibujos y relatos.
Asocia ambos momentos con las posteriores visitas dominicales al Cementerio, al que supieron llamar: “el jardín”. Aparece la relación con la muerte. La muerte de “mamita”.
El Cementerio de Ezpeleta era un espacio lleno de árboles y plantas que florecían en la primavera. El camino central bordeado de álamos terminaba en el osario, con una gran cruz. Bóvedas de familias importantes a sus costados. Casi frente al monumento a Carlos Morel, un grupo escultórico de mármol blanco con una elaborada cerca de hierro formando ramas y sobre la plataforma, de muy delicada factura, una escultura que representaba un bello niño que yacía sobre un almohadón, como dormido. Ese niño rígido había sido atropellado por su padre, que retrocedía con su auto. Rosa creyó siempre que la estatua no era otra cosa que el cuerpo del niño que descansaría allí eternamente.
Esas visitas obligadas se alargaban en los días soleados, pues se recorrían tumbas de amigos y conocidos. Se leían las placas para conocer quienes poblaban el lugar.
Llegaban, a veces, en su recorrido hasta “El ombú”, donde estaban los restos de Don Carlos Hillner y Decoud,en un sarcófago de estilo etrusco de granito. Se encontraba al final del predio y llegar era toda una aventura. Al lugar sombrío y solitario poca gente lo visitaba. A pocos metros había una tumba de una joven embalsamada, que según decían, su padre vestía y peinaba durante sus visitas.
Rosa se asombra de cuántas cosas quedaron en su recuerdo, y hoy vuelven, al encender estas hogueras.