lunes, 2 de abril de 2012

Treinta años

Hoy "iluminados por el fuego", recordamos en el fondo de la memoria, esas horas inciertas.
Hace treinta años despertamos con una noticia inquietante. Una guerra. Un viaje.Una plaza colmada. Un pueblo ciego.
Un sentimiento profundo y oscuro me invade. No aprendimos nada.

JUAN LÓPEZ Y JUAN WARD
Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en diversos países,
cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias,
de un pasado sin duda heroico, de
agravios, de una mitología peculiar, de próceres
de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos.
Esa arbitraría división era favorable a las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río
inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown.
Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido
revelado en un aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez,
cara a cara, en unas islas demasiado famosas,
y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.
Jorge Luis Borges





    2 comentarios:

    1. Me parece el mejor homenaje a todos los muertos hace treinta años, en esa "Hermanita perdida".

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    2. en aquella época cobraba fuerza para nosotros un verso de Borges justamente "no nos une el amor sino el espanto"
      otra herida que nos dejó la dictadura...

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