sábado, 19 de septiembre de 2015

Humildes sonetos

Este fresco dulzor de la mañana
me deleita, me subyuga el alma
estoy atenta al son de la campana
que me anuncia las horas en calma.

Tiempo que pasa, marca la vida
con estigmas feroces e incurables
que trajeron el dolor,la herida
suavizada por unas manos amables

que nos acarician dulcemente
enjugando nuestro rostro marchito
dorado por el sol impunemente.

Este fresco dulzor de las mañanas
despierta al corazón atónito
atesorador de sanas alegrías.


Las cosas que yo espero no son nada:
basta tener silencio o compañía
estar la casa como fue soñada,
con gente que aprende todavía.

Parece difícil conseguir tanto
cuando este mundo está tan loco
Nadie ya se conforma con un canto,
a veces creo que ni yo tampoco.

Y hay tanto mal ahí disperso,
así se contamina el universo
y la humanidad avanza perdedora.

La vida debe ser una alabanza
todo lo que sucede en la balanza
Y ella debe salir siempre triufadora.

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