miércoles, 18 de diciembre de 2013

Paz

Ella amaba los baldíos. Se enamoraba de ellos.
Éstos debían  cumplir ciertas condiciones. Debían tener árboles, muchos, debían ser altos. Los eucaliptos son sus preferidos.
Sueña con dar clases debajo de ellos, a su sombra. Sueña con muchos de esos lugares. Quisiera transformarlos en plazas agrestes, en escuelas socráticas. Dialogar con los jóvenes. Quizá como Tagore, en su “Casa de la paz”, imitar su escuela su filosofía.
Cambió de ciudad. Allí también encontró sus lugares ilusorios. Volvió a soñar con sus clases al aire libre. Sólo fue un sueño.
Una mañana de diciembre la encontraron bajo un eucalipto, seca su mirada, con un libro entre sus manos.

Su perro dormía junto a ella.





2 comentarios: