Era un vendedor de pájaros, con
cabellos húmedos de lluvia
y
tenues hebras plateadas.
Su rostro vacilante con
polvo inmemorial sobre
una compacta nube gris.
Su voz, extensión monótona,
con resquicios azules y
resignada perplejidad,
era una burbuja de pasión
sin sangre adormecida.
Un parpadeo nervioso en
su coqueta postura de cantor
no tenía su garganta vacía.
Era un aluvión sonoro,
que fluía ciegamente en
un crescendo obcecado,
caudaloso y desafiante.
“¡La alondra en el alero!
Que no calle, que no calle.”

bella metáfora, para él!!
ResponderEliminarser un vendedor de pájaros
in memorian un poema con todos sus matices de colores profundos
cariños