Espero la luz de la hora que viene.
Es invierno, en este vano cielo
tarda la inmensa madrugada.
Oigo la perfección inmanente de una música:
el día y la noche simultáneos.
Espero el radiante azul del cielo
en la mañana.
Mi rostro atónito de aurora,
con una eterna embriaguez
embelesada, espera al sol en
su armonía siempre nueva.
Fachada de hondas patrias imprevistas.
Instalación desnuda del anhelo.
En este purpúreo monte encuentro
un desvelado secreto de espesura.
Soy una inmortal mujer dorada
una eterna plenitud desnuda.
Navego en agua elemental,
en suave azul nublado.
Logro pleno descanso transparente
en la concavidad radiante de este mar.
J. R. Jiménez-B. Bianchetti
10/07/2011
Me pareció un destacadísimo poema, Beatriz. Felicitaciones
ResponderEliminargracias a los dos....
ResponderEliminarél dejando su verso
vos encontrando su sabor y naciendo tu verso